viernes, 2 de marzo de 2007

La Piedra Filosofal


Los antiguos alquimistas iban detrás del anima solis, el “alma del Sol”, una sustancia de coloración profunda que suponían podía extraerse del oro y que en ella residían todas las cualidades nobles de éste, en particular su color amarillo. Para aislarlo empleaban distintos procedimientos y reacciones químicas, al final de la cuál, si el experimento tenía éxito, obtenían un metal o un polvo blancos. La sustancia separada (un pigmento) podría transmutar la plata en oro (aunque más correctamente sería, teñir la plata en oro). Esta transmutación no era comparable a la que podía obtenerse por medio de la piedra filosofal (lapis philosophorum), la cuál podía convertir en oro grandes cantidades de metales innobles. Su obtención encierra más elementos filosóficos que prácticos, al punto de que se suponía que sólo podía realizarse con la ayuda de Dios, o con la ayuda del Diablo.

En su búsqueda los alquimistas griegos, árabes, franceses y germanos descubrieron varios nuevos elementos químicos, algunas sustancias curativas, y también, dieron trabajo a una comunidad de sepultureros, ocupados en preparar los cadáveres de aquellos que murieron probando los resultados de sus experimentaciones en ellos mismos. Pues suponían que si el espíritu de la piedra, o el anima solis de la sustancia eran capaces de transmutar la materia, de igual manera serían capaces de transformar al individuo y acercarlo más a la divinidad. Irónicamente, ésto último era cierto, aunque de una manera trágica. La idea de un polvo transmutador (xerion) llevada por los árabes, derivo en el al-iksir y posterior elixir latino, que es sinónimo de la piedra filosofal.

La evolución que significó abandonar las ideas oscurantistas que rodeaban a la alquimia, sus simbolismos y hermetismos, significó hacerla pasar de un arte místico reservado a algunos a una ciencia ordenada y fundamentada en principios sólidos (aunque aun así, todavía reservada en su forma más compleja a unos pocos). Esta evolución no fue únicamente pragmática, sino que alcanzó niveles profundos en la psique humana y la manera que tienen de enfrentar el mundo y sus problemas.

La ciencia continua buscando sus “piedras filosofales” que le permitan alcanzar la solución a todos los problemas. Quizás ya no sea convertir en oro el plomo. Pero el matiz humano esta ahora más presente: queremos transformar la pobreza en desarrollo, el desierto en tierra fértil, la arena en semiconductores, las teorías económicas en bienestar social. Ya no son metas individuales, para enriquecer un campo dogmático del conocimiento.

Queremos ayudar al mundo, a ser un lugar mejor donde vivir. Y en ese sentido, la piedra filosofal que la ciencia antigua (y moderna) ha estado persiguiendo, es la misma ciencia. Transformadora y multiplicadora de bienes.

1 comentario:

Karma dijo...

En la novela de Iñaki Uriarte La Piedra Filosofal, se plantea la posibilidad de que en realidad,(Copio textualmente): "Los verdaderos alquimistas consideraban la piedra filosofal como una metáfora que indica el camino a seguir para alcanzar la esencia del ser humano. Conseguir un estado de conciencia plena, absoluta, que convertiría al individuo en un Dios"
Se debe tener en cuenta "Que la palabra filosofal significa literalmente, de los filósofos. La Piedra Filosofal es en realidad la piedra de los filósofos, en el concepto clásico del filósofo. Nada tiene que ver con el conseguir riquezas materiales, oro a puñados ni nada parecido. Es la “Perfecta Medicina”, el “Bálsamo Perpetuo” de Paracelso. Con ella se curan las enfermedades del cuerpo y el espíritu. Y es tan potente que tiene que mantenerse oculta para que solamente los puros puedan alcanzarla"
A mí esta interpretación me parece perfectamente asumible en este mundo y este tiempo.