jueves, 8 de febrero de 2007

El Problema de la Divulgación Científica en México.

I. ¿Crear para Divulgar? o ¿Divulgar para Crear?

El pasado 6 de Marzo, en nuestro Auditorio, ocurrió un evento curioso como parte del Tercer Congreso Internacional de Química, Farmacia y Biología. Frente a un público, modesto en número pero interesado en el tema, cinco personas ocuparon el estrado hora y media para discutir y debatir al respecto lo que ellos consideran es y debe ser, la divulgación científica. La mesa redonda tuvo invitados con varios matices e intereses: Estrella Burgos Ruiz, editora de la revista de divulgación científica ¿Cómo ves? (UNAM), con 15 años de experiencia en la divulgación científica y autora de 6 libros de divulgación científica y 7 libros de texto para primaria; Enrique González-Vergara, miembro del comité editorial de la revista Educación Química (UNAM) y Elementos (BUAP) e investigador del Centro de Química y del Laboratorio Regional de Investigaciones Biológicas (BUAP); Aarón Pérez-Benitez, investigador de la Facultad de Ciencias Químicas (BUAP) y activo divulgador de la química entre jóvenes y niños; Gabriel Merino Hernández (CINVESTAV), estudiante de doctorado en química teórica y divulgador de la química, con varias conferencias impartidas ante estudiantes y profesores de preparatorias en Puebla; Edgar Philip Heimer, investigador del Instituto de Neurobiología de la UNAM y finalmente, un servidor que fungió como moderador de la mesa redonda. El evento resultó curioso por reunir en un mismo panel a personajes que desde perspectivas muy diferentes, dedican parte considerable de su tiempo a una labor que no es fácil, como lo es la divulgación científica. Además, estos espacios son muy raros ya que los divulgadores por lo común se concentran en hablar ante públicos diversos, pero sobre temas de divulgación científica y pocas veces (con la excepción del evento anual de la Sociedad Mexicana de Divulgadores de la Ciencia y la Tecnología, SOMEDICYT), tienen la oportunidad de sentarse y debatir sobre los problemas, las metodologías, y otros aspectos básicos que constituyen el corazón de la divulgación científica.

En México la divulgación científica ha pasado de una actividad empírica a una actividad profesionalizada (diplomados y talleres al respecto pueden ser tomados en la Dirección General de Divulgación Científica de la UNAM), pero con un grave rezago respecto a otros países. Desde los años sesentas hubieron esfuerzos por divulgar ciencia a través de espacios de comunicación diversos, que topaban con una indiferencia oficial o, peor aún, una indiferencia del público (los mexicanos no leen); el resultado, algunos espacios sucumbieron al paso del tiempo. Pero otros consiguieron madurar, y hoy están en una etapa adulta. Una generación de divulgadores (nacidos empíricamente casi todos, profesionalizados por la experiencia y los años) carga hoy sobre sus hombros el peso de intentar llevar la ciencia y la tecnología a un país que no termina de darse cuenta de la importancia estratégica que es el tener una cultura científica y tecnológica. La idea que ronda algunas de las mentes es que la ciencia y la tecnología (no se diga su divulgación), no venden, a nadie le interesan. Pero también la divulgación científica vende y puede ser un negocio, como puede verse en las ventas de revistas de divulgación (traducciones de sus versiones en inglés) tales como Discovery, Scientific American. Las publicaciones nacionales hacen su lucha, y ahí tenemos a ¿Cómo ves? vendiéndose muy bien, con un público de estudiantes de secundaria y preparatoria que la esperan en los puestos de revistas, a Ciencia y Desarrollo tratando de mantener la cabeza a flote luego de un varios problemas financieros y de contenido. La extinta Chispa llegó a un público infantil con singular éxito, hasta que las variaciones económicas del país la sacaron del mercado. Y aunque existe un público mexicano (y latinoamericano) interesado en la ciencia y la tecnología, seguimos careciendo de los canales de comunicación más adecuados para llegar a todos ellos. La televisión ha perdido los espacios que antes había ganado (las cápsulas informativas de CONACYT-SEP y los espacios con documentales hechos en México, son prácticamente parte de la historia, y hoy solo quedan los esfuerzos loables de TV-UNAM y del Canal 11 del IPN).

Además queda el problema que la divulgación científica hecha por científicos, aquella que trata de poner en contacto al público con los resultados recientes de las investigaciones de la comunidad científica nacional e internacional en palabras y letras de quienes hacen la ciencia, no recibía ningún tipo de estímulo hasta años muy recientes. Y todavía hoy en día, algunos miembros de la comunidad científica ven con ojos despectivos a la labor de divulgación, considerándola inapropiada para un científico respetable. El estigma del divulgador como un “científico de segunda” todavía se siente en los pasillos de diversas instituciones de prestigio. Afortunadamente eso ya esta cambiando y nuevas generaciones se unen a la labor divulgadora, que dicho sea de paso, necesita muchas manos y muchas bocas.

Porque si los científicos no hacen divulgación, caemos en un círculo vicioso desgastante: sin divulgación, el público general no se sensibiliza de la importancia de la ciencia y la tecnología y por tanto, los recursos económicos del gobierno destinados a la ciencia y la tecnología (otorgados por los representantes de ese público general en el Congreso) se ven disminuidos o no van a las áreas estratégicas necesarias. Y sin recursos, el investigador no puede trabajar, y sin trabajo no habrá nada que publicar, menos aún que divulgar. Y sin divulgación....y el círculo se repite...

Divulgar para investigar. Investigar para divulgar.

(continuará...)

4 comentarios:

Alfonso M. Corral dijo...

Como científico siempre he sentido la necesidad de divulgar la ciencia, pero veo que llego a muy poca gente y me pregunto si merece la pena. ¿Creéis que será posible algún día de salir del círculo vicioso y que la sociedad se empiece a interesar por la ciencia?

Los hispanohablantes podríamos llegar potencialmente a 400 millones de personas. ¿Porqué no hay una iniciativa común para divulgar?

Salvador Ruiz Fargueta dijo...

El blog es una herramienta potente y muy cercana a las personas. La inciativa de Aleph Zero podría cundir en otas Universidades hispanoamericanas.
Es una idea.

BlogMaster dijo...

Otro de los problemas graves de la divulgación científica en México es que la mayor parte de la población no tiene acceso a los medios de divulgación por el costo de los mismos. Para un padre de familia que gana apenas arriba del mínimo resulta dificil comprar una revista de $50.00 y mucho más aun, tener acceso a una computadora.

En provincia para tener acceso al canal de TV del IPN hay que contratar cable o Sky.

Jorge A. Gálvez Choy
Profesor del Instituto Tecnológico de Cd. Madero

Sarai J. Rangel dijo...

Estoy de acuerdo en que los divulgadores de la ciencia sean los propios científicos pues son las referencias clave para iniciar el proceso de divulgación, pero, desde su punto de vista ¿qué papel tienen los periodistas? ¿Cuál es la tarea que ellos deben afrontar? ¿Es loable el periodista especializado en ciencia?
Gracias estoy muy interesada en su opinión al respecto