jueves, 15 de febrero de 2007

El Problema de la Divulgación Científica en México: II. Los caminos de la divulgación.

El divulgador, ¿nace o se hace?

Esta pregunta puede tener respuestas de distintos matices, dependiendo de la propia trayectoria del divulgador. Dos son los principales caminos prácticos para llegar a ser un divulgador. El primero recorre varios años de educación formal o informal en alguna área de la ciencia (Física, Química, Biología, Matemáticas...) o de la tecnología, luego de los cuáles el aspirante a divulgador debe adquirir una formación en alguna institución de educación superior como comunicador, periodista o escritor. Este camino recompensa a quienes lo toman, con el reconocimiento general del público, ya que “conocen el tema del cuál escriben, y saben como escribirlo”. Otros, los más, ingresan a carreras científicas y tecnológicas, hacen postgrados y especializaciones mientras simultáneamente experimentan empíricamente nuevas maneras de divulgar los descubrimientos y avances en sus campos. Este aspirante a divulgador, tiene que aprender a escribir, a redactar y a comunicar sus pensamientos, las mas de las veces sin ninguna guía formal, empleando simplemente la práctica, la prueba y el error. Algunos llegan a ser sumamente exitosos. La mayoría desiste de sus intentos ante un público que no puede comprender la esencia de lo que quieren comunicarle. Ninguno de los dos es en esencia un profesionista de la divulgación científica.

Y es que divulgar no es sencillo. Es un arte difícil de manejar y que se va perfeccionando con el tiempo. Al respecto, Estrella Burgos (¿Cómo ves?, UNAM) comenta que la divulgación NO es simplemente decir las cosas en un lenguaje claro al público, sino que además implica la difícil tarea de mostrar al lector lo que trata de comunicar, empleando los recursos de la literatura. En otras palabras, implica hacer literatura amena, atractiva y entretenida, con un sabor científico (E. Burgos en Antología de la Divulgación de la Ciencia en México, DGDC-UNAM, 2002). Labor difícil, ¿o no?

La causa principal de una pseudo-profesionalización en la divulgación científica, puede buscarse en la ausencia de una carrera profesional que forme a los comunicólogos o periodistas científicos. Quienes hoy en día ocupan alguna de estas posiciones en revistas, diarios, televisión o radio, han tenido que pasar por alguno de los dos caminos mencionados anteriormente. Desafortunadamente, algunos lo hacen sin experiencia, respaldados únicamente por un título de comunicador, de periodista o de escritor, o en el otro lado, simplemente por el hecho de ser científicos, tratan (a veces con desastrosos resultados) de comunicar algo en palabras confusas, huecas y sin atractivo. Sin embargo, ya se toman medidas concernientes a solucionar el problema de este hueco profesional. La Dirección General de Divulgación de la Ciencia (UNAM, http://www.dgdc.unam.mx/), ha abierto una Maestría en Divulgación de la Ciencia, e imparte diplomados, cursos y talleres tendientes a profesionalizar la tarea de la divulgación científica. Aun queda camino por descentralizar esta actividad y llevarla a los distintos estados del país.

¿Qué necesita el profesional de la divulgación científica? Ante todo, necesita amar lo que hace. No existe escritor que se respete, que no ame la labor literaria. Una vez que encuentre el nicho literario al cuál pertenece, debe explotarlo con cuidado, cultivarlo y emplearlo efectivamente en su labor de divulgación. Carl Djerassi (un destacado científico y escritor norteamericano, descubridor de la píldora anticonceptiva mientras trabajaba en Syntex-México e inventor del género literario science-in-fiction) aprovecha la pasión artística que posee para crear interesantes ensayos, novelas e incluso, obras de teatro alrededor de temas científicos. Es un científico transformado en literato. Por otra parte, Elena Poniatowska es una excelente escritora y periodista, que lleva en la sangre una vena literaria por la divulgación científica (estuvo casada con el célebre astrónomo mexicano Guillermo Haro, fundador del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica, en Tonanzintla, Puebla). Ha escrito extraordinarias entrevistas a científicos mexicanos y una hermosa novela sobre un astrónomo mexicano, su vida, sus amores y sus pasiones (La Piel del Cielo, Alfaguara, 2001). Esta última obra, con un innegable sabor a biografía fantástica de su extinto marido.


Carl Djerassi (izq., foto tomada del sitio web de la Universidad de Stanford) y ElenaPoniatowska (der., tomado del sitio web de exodusltd.com)

La divulgación científica como un género literario es una mala concepción. Mas bien, la divulgación explota los distintos géneros literarios en su afán último de comunicar una enseñanza científica. La comprensión de la ciencia y la tecnología no tiene porque ser aburrida, confusa o cuadrada. Nada puede complacer más al divulgador, que poder disputar la mesa de noche del lector, con una buena novela. Y ganar.

(continuará...)

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